Fracaso, esa palabra a la que muchos tenemos miedo. La que significa no cumplir los objetivos, fallar antes de llegar a la meta.
Esa palabra que me hace un nudo en el estómago, que significa equivocarse.
Si después de todo fracaso, ¿qué haré después? Porque dicen que de los errores se aprende, pero fracasar nos duele. Que luchemos, lo demos todo para conseguir algo, nos ilusionemos... para después nada, que sea un fracaso.
Y eso, nos da miedo. Darlo todo por nada, esforzarnos para al final caer. Nos asusta no dar la talla y saber cuál es nuestro límite. Porque nosotros ya sabemos que existe esa posibilidad de fallar y, por ello, lo intentamos; para ser de esas personas que no fracasaron.
Tenemos muchos objetivos, muchos sueños por cumplir y siempre nos preguntaremos: ¿Y si fracaso?
Pues ¿sabéis qué? Aunque tenga miedo, me he propuesto que fracaso solo sea una palabra sin significado. Que sea simplemente una forma de hacerme seguir. Que cada día dé lo mejor de mí para lograr lo que quiero. Que cada hora me sirva para algo. Que fracaso no esté en mi diccionario.
Y ahora me diréis: "Ro, ¿y si fracasas un día?" Pues no sé contestaros, pero no tengo pensado fracasar. Pienso que siempre tendré la opción de la sonrisa, la de sonreír a pesar de todo. La de levantarme si caigo por culpa de esa palabra que todos queremos evitar.
Porque hoy estoy segura de que puedo con lo que me proponga y estoy dispuesta a hacer lo que sea para lograrlo. Que si un día fracaso, vendrán cosas mejores. Que siempre hay una segunda oportunidad.
"QUE FRACASO SOLO SEA UNA PALABRA."
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